La siminioreseña de hoy va para otro juego viejuno de mis tiempos de friki novel en los que ni siquiera se usaba la palabra friki: Junta el Golpe. Publicado originalmente en 1978 en EEUU llega a nuestras mesas de juego a principios de los 90.
Junta es un juego satírico de 3 a 7 jugadores que combina 2 juegos en uno. Es a la vez un juego de negociación y un wargame.
Cada jugador toma el lugar de una de las grandes familias de la República de las Bananas a la que todos los años llega ayuda internacional para el desarrollo. Gana el juego el jugador que al acabarse la partida de fondos de ayuda internacional ha conseguido llevarse más dinero a su cuenta de Suiza (la historia ha demostrado que esto no sólo ocurre en las repúblicas bananeras).
El juego comienza eligiendo un presidente de la república que, a su vez, reparte los diferentes cargos del gobierno y del ejército entre los distintos jugadores, no pudiendo acumular ningún jugador más de un cargo mientras no tengan todos al menos uno asignado. Elegir ya el presidente requiere comenzar a prometer cosas que quizás luego no quieras cumplir.
El presidente recibe la ayuda internacional que siempre es una cantidad fija de billetes pero cuyo valor desconocen el resto de jugadores. El presiente se encarga, entonces, de repartir la ayuda entre los distintos cargos del gobierno y el ejército. A continuación se vota el presupuesto. Aquí es donde todos los jugadores comienzan a jugar sus cartas de influencia que, en su mayoría, no se descartan tras usarlas para conseguir la mayoría para aprobar o denegar el presupuesto. No aprobar el presupuesto no le interesa a nadie puesto que el presidente se quedaría él con toda la ayuda y además es una excusa para un golpe de estado.
Tras la sesión parlamentaria todos los jugadores deciden una localización a la que ir que puede ser desde su casa, hasta su cuartel general, pasando por el banco, la casa de el / la amante o la embajada de una potencia occidental. Allí puede ser asesinado por matones de otro jugador (pero siempre sin ningún rencor). Los desafortunados asesinados son despojados de todo el dinero que llevan encima y perderán todas sus cartas de influencia.
La única manera de llevar el dinero a Suiza y tener posibilidad de ganar es pasar por el banco por lo que, lo más probable, es que algún jugador sea asesinado allí y que, por tanto, la entidad bancaria cierre sus puertas a todos los clientes. Que algún jugador sea asesinado también es excusa para un golpe de estado. Además los cargos del asesinado van a parar al cuñado del presidente (manejado por el mismo jugador que el presidente) hasta el final del turno (de nuevo la realidad superar a la ficción).
Si hay excusa para un golpe de estado, bien por no aprobar el presupuesto, por un asesinato o por jugar alguna carta de evento que lo permita, los jugadores pueden sublevarse contra el presidente y aquí empieza la parte de wargame del juego.
El tablero sólo se usa durante el golpe y representa la capital de La República dividida en diferentes áreas. Para logar la victoria los golpistas deben controlar antes de 7 turnos 3 de los 5 centros de poder de la ciudad. No conseguirlo implica que el golpe fracasará. Durante el golpe pueden usarse todo tipo de unidades: paramilitares, fuerzas aérea, marina, ejercito de tierra, sindicalistas, estudiantes… en función de nuestro cargo y de las cartas de aliados que hayamos conseguido.
Si los golpistas ganan, elegirán entre ellos un nuevo presidente. El presidente (nuevo o viejo) decidirá si fusila por traición a los integrantes del bando derrotado. Todo jugador fusilado pierde todo su dinero y cartas de influencia, tanto en su mano como sobre la mesa.
Y comenzamos así un nuevo turno, con la llegada de una nueva ayuda internacional.
Al igual que el Civilization el juego está descatalogado aunque se puede conseguir en versión Print & Play con la ampliación a 10 jugadores fácilmente. Al no tener tantas piezas como el Civilization no es complicado de hacer. En el 2011 publicaron un rediseño del juego Junta, ¡Viva el presidente! con una mecánica distinta de la que poco puedo decir, al no tenerla.
Otro punto en contra es que no es un juego para no jugones. Tanta traición y puñalada no es apta para todos los públicos.
El juego da lugar a muchos piques ya que las traiciones y puñaladas traperas están a la orden del día. A pesar de todo es divertido y se puede jugar perfectamente en unas 3 horas.
Gwydion
Nos vemos en la próxima entrada, ¡y jugad mucho hasta entonces!
Muchas gracias Gwydion por esta nueva simioreseña. Me ha chocado mucho lo visionarios que pudieron ser los diseñadores. ¿O es que nuestros políticos jugaron mucho de jóvenes y de ahí tanta práctica?
ResponderEliminarSinceramente creo que si hubiesen jugado más a este tipo de juegos serían mejores políticos de lo que son. Además todo el mundo sabe que con frikis en el gobierno, acabaríamos dominando el mundo :-P
ResponderEliminarsiguiendo en la línea anterior, toda persona que se precie ha jugado a algún juego de gestión de recursos, bien de tablero, bien de ordenador, con lo que todos sabemos gastar lo que tienes en lo que toca (no digo más al respecto, pero a buen entendedor). La vida no es juego, pero hay muchos juegos muy útiles para la vida.
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