Sergio:
Ante esta pregunta me surgen muchas dudas porque hay dos muy separados en el tiempo que destacar y no sé si la nostalgia y la edad me hace recordar a uno mejor de que era o al revés, al otro por ser más reciente lo tengo más fresco en el recuerdo. Así que ante la duda, los dos:
JJ fue un narrador la mayoría de veces de Vampiro con el que jugué a mitad y final de los años 90. Recuerdo dos campañas largas y muy intensas, una de Vampiro: La Mascarada y otra de Vampiro: Edad Oscura. La primera estuvo muy bien y recuerdo interpretar a dos personajes, un Gangrel que no tuvo mucho futuro y a un Giovanni con el que jugué una vez por semana durante más de un año. En ella fuimos recorriendo diferentes ciudades y Peter (que así se llamaba el personaje) fue evolucionando.
La otra campaña a la que me refería yo llevaba un Capadocio. Se inició la aventura en Gran Bretaña (Condado de Durham o algo así) donde raptaron a la prometida del conde. Así que las personas de confianza, incluido el conde, partimos rápidamente en pos de liberar a la prometida. El conde era un vampiro y la prometida no, por lo que aunque él no la quería, tenía que guardar las apariencias al ser un matrimonio de conveniencia para evitar una guerra que destruiría el condado.
Tras multitud de persecuciones y tramas, acabamos cogiendo un barco hacia Alejandría donde continuamos con la búsqueda hasta dar con los secuestradores, que eran un grupo sectario que querían a mujeres (y no servía cualquier mujer) para realizar un sacrificio para conseguir algo que no recuerdo. Uno de los momentos cumbre fue cuando por fin encontramos el lugar donde estaban presas, y cuando llegamos era tarde, acababan de realizar el sacrificio por lo que estuvimos en un debate muy tenso sobre "salvar" a la prometida devolviéndola a la vida (o no-muerte) convirtiéndola en vampiro para evitar la guerra o dejarla morir. Discutimos sobre quién debía ser su creador, si el conde u otro, y luego establecer una vinculación de sangre entre él y su prometida para "aparentar" un verdadero amor. Por supuesto, pardillos de nosotros, cuando nos decidimos a actuar JJ no nos dejó porque comentó que ya había pasado demasiado tiempo. Lo recuerdo como el momento de mayor intensidad que se ha generado en un partida, y la contrariedad de todos por no haberlo conseguido.
Después, la historia continuó y recuerdo que llegamos a jugar algunas sesiones monográficas sólo con mi personaje para buscar un rito de resurrección para enmendar el error, y revivirla como vampiro para evitar la guerra.
JJ demostraba tener un control sobre la intensidad y la emoción de la partida que he visto pocas veces.
La otra persona es José Mariano, con el que he jugado partidas dirigidas por él más recientemente, de los últimos 4 ó 5 años. Recuerdo dos campañas que destacan, una con El Señor de los Anillos (Sistema CODA) y otra con D&D 3.5 (Clásicos de la Dragonlance I). De la primera, a pesar del sistema de juego, pasamos muchas buenas horas jugando y desentrañando tramas para evitar el resurgir de un poder oscuro, luchando contra todo tipo de criaturas (vivas y muertas) y participando en batallas multitudinarias.
Por otro lado, la campaña de los Clásicos de la Dragonlance era algo que yo quería jugar desde hace 15 años, y el jugarlo más adulto, da una perspectiva distinta a la aventura y al devenir de las cosas. Ese toque más adulto, más difícil en algunas interpretaciones, se nota.
Pero lo que destacaría sobretodo es la habilidad para manejar los cliffhangers. No he jugado nunca con nadie que lleve las sesiones a unas situaciones tan álgidas y sea capaz de decirte sin levantar la voz: "acabamos aquí". ¿Acabamos aquí? ¿Cómo que acabamos aquí? ¿PERO QUÉ ME ESTÁS CONTANDO? Si acaba de aparecer un dragón que se lanza ferozmente hacia nosotros y ¿cortas la sesión? Y tan fríamente, procede a cerrar libros, libreta, pantalla y sin ceder en el empeño de los jugadores por seguir.
Gwydion:
Ha habido varios masters que me han gustado con sus aventuras pero al que más recuerdo es a Andoni con su aventura de la reina bruja semidragón de D&D. Mirando hacía atrás quizás hoy ya no sería tan buen master, pero en aquel entonces me enganchó por su manera de contar la historia y de como empezamos todos prisioneros en una mazmorra. Fue una pena no acabar esa aventura.
José también se merece un lugar especial por su gran aventura del Archimago de Mangpang en El Señor de los Anillos, del que ya hablaré más adelante.
Nos vemos en la próxima entrada, ¡y jugad mucho hasta entonces!